Soy… (el entrevistado se presenta como quiere)
Un Maquinista, un poco en broma y un poco en serio… me gusta pensar que soy eso. Será por la relación que establezco con algunas herramientas… con la prensa Washington en la que imprimo los libros, con alguna cámara de fotos (analógica), con el torno…
Hace tiempo leí el libro de ensayos de Jan Tschichold, The Form of the Book, y quedé muy conectado con esos pensamientos. Quienes hacemos objetos funcionales, en mi caso libros o pequeñas piezas impresas artesanalmente, Ephemeras, desaparecemos atrás del resultado de nuestro trabajo. Un libro con un estilo muy personal, muy de autor, muy firmado, es un libro mal hecho. A los Maquinistas nos gusta ser transparentes.

¿Cuál fue su primer acercamiento al diseño gráfico?
Entiendo que tipógrafo y diseñador gráfico no son lo mismo; mi acercamiento fue a la tipografía y al trabajo tipográfico y eso ocurrió con los libros del poeta Ricardo E. Molinari, impresos mayormente en la imprenta de Francisco Colombo. Descubrir que existe otro estándar de libros fue algo maravilloso, y entender que esos objetos cuidados son el resultado del trabajo de un artesano… y que pueden hacerse en cualquier lado, con recursos a escala humana… en un sótano, un garage o un balcón, fue increíble. Estas pequeñas ediciones de Molinari estaban impresas sobre papeles hechos a mano, con grabados originales, compuestos en tipografía de plomo… Cuando conocí al Poeta, ya muy viejito, me contó que él estaba al pie de la máquina con el maquinista-impresor y hasta en alguna oportunidad llegó a reescribir algún poema para que quedara bien compuesto en la página. Molinari, aparte de poeta fue un refinado hacedor de libros.

¿Cómo llegaste al lugar donde estás actualmente?
Con el deseo en foco. Como enseña Monterroso en El Dinosaurio, soñando lo que quiero se haga realidad. Podría decirles que llegué a donde estoy con mucho trabajo, esfuerzo, etc. etc. pero creo que estoy donde estoy porque tuve un objetivo claro y el deseo es una topadora que abre caminos en cualquier terreno.

¿Cómo es tu día de trabajo habitual?
En la imprenta me gusta trabajar en equipo, aprendiendo de los demás, estudiando y compartiendo lo propio. Disfruto el espacio en esa colaboración. En general el trabajo de impresión artesanal es un proceso repetitivo, concentrado. El descuido puede ser peligroso. La mayor parte del tiempo estamos obsesionados en cosas que no se notan, en detalles transparentes. Si lo que imprimimos es una Ephemera todo es veloz y fugaz, aunque tenga el mayor cuidado. Pero cuando hacemos un libro las jornadas de trabajo son un ritual monótono que cambia cuando el objeto libro comienza a revelarse, epifanía, cada pequeño detalle se entiende mejor, cada cosa ocupa su lugar, se hace la luz. Esto ocurre generalmente cuando el libro se termina, o muy poco antes, y siempre es una sorpresa.

¿Qué limitaciones encontrás a la hora de diseñar?
La verdad… no me siento diseñador, soy un usuario de tipografía obsesionado en trabajar educadamente con el espacio en blanco. La multiplicidad me distrae. Mi maestro, Richard-Gabriel Rummonds, imprimió sólo libros y todos ellos con tipos de plomo compuestos a mano, en su taller no habría mas de tres familias tipográficas de texto completas. Esa restricción no fue un impedimento para el altísimo nivel de sus trabajos fieles al prístino legado de la tipografía.

Impreso realizado por Richard Rummonds

 

En mi caso mayormente imprimo generando relieves tipográficos en fotopolímeros, hablando de libros, una limitación es tener presente el marco restrictivo de la composición tipográfica en plomo para que la impresión con polímero sea respetuosa de esa tradición de la que deriva.

Autopregunta (el entrevistado se hace una pregunta y la responde)
¿Cómo te gustaría que se recuerde tu trabajo?
Los libros artesanales son objetos con una función precisa, transmitir de la mejor manera posible el contenido que portan, tienen la mala costumbre de sobrevivirnos… Quisiera que se recordara ese trabajo como habiendo cumplido con su cometido.

¿Qué considerás que debería hacer una asociación profesional de diseñadores gráficos?
Unir, la unión siempre fortalece. Unir incluso diferencias, para enriquecer a sus miembros.
Y una ideíta robada: AIGA por muchos años tuvo un concurso para elegir los 50 mejores libros del año… hoy creo que se conforman con las 50 mejores tapas. Parece muy de nuestra época profundizar en lo superficial…
Un concurso para elegir los mejores libros del año sería algo ambicioso, porque esconde una ambición mayor, creer que un libro bien hecho importa.

¿Qué te gustaría que hiciera por vos?
Ya lo están haciendo. Aparte de imprimir trato de difundir y mantener viva una disciplina que en algún momento nadie recordará cómo se hacía. Gracias.