Soy… (el entrevistado se presenta como quiere)
Soy Juan Lo Bianco, diseñador independiente, editor gráfico, melómano, amante de los libros, timonel de veleros y asador. Disfruto profundamente del buen diseño y de la belleza, allá donde estén. Entiendo que cada pequeña celebración es un privilegio y que viajar y navegar nos hacen más sensibles, previsores e insignificantes.
¿Cuál fue tu primer acercamiento al diseño gráfico?
Creo que fue como simple lector de revistas. Puedo ubicar a través de diferentes revistas cada momento de la infancia y la adolescencia. Siempre me atrajo la estructura gráfica de las páginas. Y la idea de proyecto y realización la asocio a aquellas revistas infantiles que traían planchas para recortar y armar objetos. Eso me dio siempre disfrute, tenía buena disposición para entender las etapas, minuciosidad y atención para ver si el modelo terminado coincidía con la imagen dada. La fascinación por los automóviles, como buen hijo del gran buenos aires, me acercó más a los volúmenes, al dibujo y a la aerodinamia. Mis favoritos son los diseños de mediados de los años ’30 a los ‘60. En la adolescencia, durante la dictadura, llegaron las revistas contraculturales. La influencia de la cultura rock y la beat generation me mostraban que la literatura, la música y la gráfica podían ser un universo infinito. A los diecinueve años comencé a trabajar en una revista como asistente de la sala de arte, mientras estudiaba sociología, plástica y música.
¿Cómo llegaste al lugar donde estás actualmente?
No paré de buscar, de formarme de un modo u otro, caótico y permanente, cerca de mundos sensibles: el teatro, la música, la plástica, la fotografía. Y gracias a los otros. Muchas personas confiaron en mí y fueron clave: mis amigos de sociología me llevaron a diseñar para el premio Nobel de la paz Adolfo Pérez Esquivel. El ilustrador y plástico Juan Lima me invitó a trabajar en Ediciones de la Urraca de Andrés Cascioli, con la historieta, la política y la gráfica de los ochenta. Carlos Gallardo, artista y diseñador, me abrió las puertas del Teatro San Martin, Kive Staiff me convocó al Teatro Colón, Gabriel Salomon, me acercó al Fondo Nacional de las Artes, los fotógrafos Caldarella y Banchero me vincularon a muchos artistas. Elena Tarasido me encargó mi primer libro de arte y Sara Facio el primero de fotografía. También hice muchos libros con Adolfo Nigro y Facundo de Zuviría, por ejemplo. Y discos para Jaime Roos, Los años Luz y Epsa Music. Tambien me convocan de galerías, museos, fundaciones. Los trabajos luego van haciendo su camino. Creo que aprendí a mirar y a reflexionar en base a esa mirada.
Desde los treinta años llevo adelante un estudio independiente dedicado a los proyectos que más me interesan, aquellos vinculados al arte: la identidad visual de instituciones culturales, las exposiciones de plástica y las ediciones de arte y fotografía. Actualmente, como proyecto permanente, tengo la dirección artística de la Revista TODAVIA que edita la Fundación OSDE, dirijo la Colección Fotografía Contemporánea de la UNSAM y la comunicación visual del Parque de la Memoria-Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado. Todo cuesta mucho para que quede bien, por eso hay que hacer lo que más nos gusta.
¿Cómo es tu día de trabajo habitual?
Trabajo el día entero en una vieja casa-estudio en el barrio de Almagro, tengo un pequeño equipo de diseñadores jóvenes, capaces y entusiastas que comparten el día a día. Luego sumo colaboradores específicos por proyecto. Mi hija Paola, que me acompañó muchos años, siempre está cerca de cada proyecto también. Viajo todo lo que puedo y en Buenos Aires reparto el tiempo entre el Estudio y la Unidad de Arquitectura y Diseño en el Campus de la Universidad de San Martín. Apenas tengo un momento, el río que me enseña que todo es infinito, pero que igual hay que intentar. Y que solo es todo más difícil.
¿Qué limitaciones encontrás a la hora de diseñar?
Diseñar significa pensar en un marco dado, con límites, eso no es un problema sino creo, parte del asunto. Prefiero soluciones que sorprendan a que solo cumplan con el requerimiento dado. Pero un diseño no es sólo una idea. Es un plan, una organización, una puesta en el tiempo, una producción, muchas etapas, muchas partes de un todo. Por lo menos es así en los largos procesos de los proyectos que llevamos adelante con mi equipo.
Autopregunta (el entrevistado se hace una pregunta y la responde)
Después de más de veinticinco años de estudio independiente, ¿ahora hacia dónde vamos?
En 2012 recibí el premio Konex de Platino en Artes Visuales. Pensé entonces que era buen momento para abrir una nueva etapa y, en paralelo a la actividad profesional, comenzar a dedicarme tambien a la actividad académica y con ello al mayor vínculo con los colegas, diseñadores, tipógrafos, ilustradores. Hay momentos de producir en soledad y otros de abrir, armar, sumar y sonar en equipo.
¿Qué considerás que debería hacer una asociación profesional de diseñadores gráficos? ¿Qué te gustaría que hiciera por vos?
Imagino a una asociación profesional de diseñadores como un puente entre ellos, (muy especialmente entre los más jóvenes), el estado, las instituciones educativas y el sector privado. Referente de la profesión. Consultora de normativas generales, concursos y premios.