entrevista/udgba :: Cafaro, Acuña y Pano

Somos… (los entrevistados se presentan como quieren)
Ezequiel Cafaro,
Diseñador Gráfico independiente especializado en Diseño Editorial e Identidad Corporativa, localizado en Buenos Aires y graduado en la UBA. Desde 1998 es docente en la Carrera de Diseño Gráfico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, UBA, en materias como Tipografía y Diseño Editorial. Actualmente ejerce como Profesor Adjunto en la materia Diseño Gráfico Editorial, Cátedra Manela, FADU-UBA.

Pablo Acuña, Artista y Diseñador Gráfico, recibido en la UBA donde desde 1998 ejerce la docencia. Es docente concursado de Tipografía II en la Cátedra Cosgaya, Carrera de Diseño Gráfico, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, UBA y coordinador del Proyecto de Extensión Universitaria “Diseño sin fines de lucro”. Como orador ha participado en varias disertaciones sobre Diseño Social, entre ellas se destaca su presencia en el ciclo TEDxUBA.

Natalia Pano, Diseñadora Gráfica UBA con 20 años de trayectoria profesional en el campo y en la docencia. Actualmente se desempeña como Profesora Adjunta de Tipografía II, Cátedra Cosgaya, Carrera de Diseño Gráfico, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, UBA y como Directora del Proyecto de Extensión Universitaria “Diseño sin fines de lucro”. Fundó y dirige el estudio Ezena especializado en Desarrollos Web y Diseño Editorial, que cuenta con destacados clientes e instituciones a nivel local e internacional.

¿Cuál fue su primer acercamiento al diseño gráfico?
Ezequiel:
siempre me interesaron la ilustración y la fotografía como formas de expresión y representación, pero tal vez mi primer acercamiento fue al diseño fue a través de la arquitectura, los autos, los muebles, los juguetes, es decir, al diseño en general. Empecé la carrera de DG casi como una distracción pero en el camino me encontré con el poder de la tipografía, de la retórica y la enseñanza. Ahí entendí que me podía expresar a usando al diseño como herramienta.
Pablo: Imagino que creando prototipos de autos y robots de pequeño, luego realizando caricaturas, para terminar mezclando el pensamiento proyectual y el arte en una misma disciplina
Natalia: Desde que nacemos estamos expuestos al diseño gráfico. Nacemos en un mundo diseñado… A mí siempre me interesó todo lo que tiene relación con la tipografía y la imagen.
Desde muy chica empecé a acumular objetos de todo tipo, los guardaba por su packaging, por su diseño, por su forma. Me atraían especialmente los objetos antiguos. Coleccioné de todo: estampillas, billetes, postales, latitas de cerveza y gaseosa, etiquetas de vino, bolsas, marquillas de cigarrillos, cajitas de fósforos, avisos de revistas, flyers de boliches, cualquier cosa que fuese gráfica.
En la escuela, cuando tomaba apuntes, dibujaba «logos» para cada materia. Historia lo escribía en una suerte de script, el de Geografía era un GEO 3D donde la «o» era un planeta tierra, a Biología le tiraba plantas por la «B» y la descendente de la «g». Me la pasaba dibujando y decorando letras. Nada muy retórico pero no estaba mal considerando que todavía no tenía idea de lo que era el Diseño Gráfico. A principios de los ’90, tuve acceso a una PC y con ella al «Bannermania». Un programita que ejecutaba desde un diskette de 5¼ y me permitía componer mis propias carátulas digitalmente. Otra de mis primeras incursiones fueron los pósters científicos que diseñaba para mis padres, ambos docentes e investigadores, cuando apenas comenzaba la carrera.

¿Cómo llegaron al lugar donde están actualmente?
Ezequiel:
mucho de casualidad, algo de fortuna, un poco de mala suerte y un poco de virtud. Considero que son 2 situaciones las que me marcaron el camino y me influenciaron para entender al diseño como una de las maneras en las que se puede modificar positivamente el mundo: la primera es haber tenido mi primer trabajo como diseñador en el estudio de Sergio Manela, apenas salido de la Universidad. Fue casi un posgrado para mi formación como profesional. Y la segunda es haber sido convocado para dar clases como ayudante de Tipografía II, en la cátedra de Pablo Cosgaya, cuando cursaba el último año.
Esas dos circunstancias definieron mi perfil profesional muy temprano y aprendí a diferenciar al Diseño de la moda y la decoración, a usar mis propios recursos, a cultivarlos y por sobre todo, a ser (o tratar de ser) una persona ética.
Pablo: La carrera me enseñó un montón, pero creo que aprendí más aún dando clases en la Cátedra de Pablo Cosgaya, enseñando se aprende. Y la relación con los colegas y amigos cercanos fue fundamental en el desarrollo profesional.
Natalia: Por un conjunto de elecciones conscientes e inconscientes. Vengo de una familia con padres, abuela y tías docentes, en la que la educación, en todos sus niveles, siempre estuvo muy valorada. Digamos que mamé la docencia. En la escuela me identificaba más con las maestras que con mis compañeras. Cuando terminé el secundario me debatí entre Arquitectura (hasta ese momento desconocía la existencia del Diseño Gráfico como carrera) o Profesorado de Inglés (me gustaba el idioma y tenía facilidad). Finalmente me decidí por Arquitectura. El día que me fui a inscribir descubrí que en la FADU existían también otras carreras de Diseño y examinando sus planes de estudio, a último momento, opté por Diseño Gráfico. En una de las primeras clases de Diseño I en la Cátedra González Ruiz, «Palito» nos preguntó para qué estábamos estudiando diseño. Allí descubrí que lo que más me gustaba era la pedagogía del Diseño, así como lo que más me gustaba del Inglés era la pedagogía del idioma. En 1997, al terminar la cursada de Tipografía II en la Cátedra de Pablo Cosgaya, me convocan para ser ayudante y desde entonces que trabajo en esto. Todos estos años de docencia y constante aprendizaje no hicieron más que reafirmar mi heredada vocación. Actualmente estoy cursando la Carrera de Especialización en Docencia para Arquitectura, Diseño y Urbanismo, de la FADU-UBA.
En lo profesional, fue todo un poco más premeditado. También por el ’97, mientras estaba cursando el 2do. año de la Carrera, me dí cuenta de que si quería vivir del Diseño tenía que adquirir experiencia laboral, que no bastaba con estudiar una carrera y que si podía comenzar a trabajar en simultáneo, el trabajo potenciaría mis estudios y viceversa. Así que ese año me propuse buscar trabajo de diseño y en poco tiempo conseguí entrar como maquetadora de avisos para las Guías Industriales y Páginas Doradas de Telefónica, la empresa multinacional de telecomunicaciones. Fueron 2 años de aprendizaje acelerado. Comenzaba la década de 2000 y lo digital se volvía cada vez más omnipresente. Estábamos atravesando la burbuja de las punto-com, florecían las páginas de internet y yo pensé: «quiero aprender sobre esto». Ya estaba por recibirme y nada de lo que me quedaba por cursar tenía que ver con esa realidad así que nuevamente me propuse buscar trabajo, esta vez específicamente como Diseñadora Web. Una amiga periodista estaba trabajando en un portal de internet, le comenté de mi interés y casualmente estaban buscando diseñadores así que me consiguió una entrevista. Así fue que comencé a trabajar en UOL, la empresa brasileña de contenido, productos y servicios de Internet del Grupo Folha. Los años en UOL me brindaron ese conocimiento que buscaba pero lo más importante fue el haber trabajado en un equipo interdisciplinario e internacional. Conocí gente muy copada, muchos geeks, descubrí cierto cariño por la programación y me volví un poco geek yo también. Seis años más tarde decidí emprender el camino del estudio propio y desde entonces que dirijo mi propio equipo de trabajo.

 

¿Qué limitaciones encuentran a la hora de diseñar?
Ezequiel:
depende el proyecto, pero básicamente las limitaciones son las propias. Cualquier proyecto, por más “limitado” que sea hipotéticamente, tiene infinitas posibilidades para ser resuelto. Miles de formas o maneras. Si no hay presupuesto (una supuesta limitación) siempre se puede encontrar la manera interesante de resolverlo. Si hay muchísimo presupuesto (curiosamente, otra limitación) también. Los límites se los pone uno en base a las características del cliente o del pedido. A veces en base a nuestros propios prejuicios. No lograr convencer a un cliente de que determinada resolución es la mejor lo siento como una responsabilidad del diseñador. Depende de todos intentar que este mundo tan adicto a lo instantáneo, a la gratificación fácil, al conocimiento masticado, sea más profundo y haya más lugar para la reflexión. Y eso incluye a lo visual.
Pablo: La relación tiempo/rentabilidad creo que es una de las mayores limitaciones de la disciplina. Con tiempo un profesional puede llegar a muy buenos resultados, pero no siempre el mercado está dispuesto a pagar ese tiempo. Por otro lado el trato con el cliente suele ser complejo. Muchos clientes no saben muy bien como manejarse con el diseñador y esto suele ser recíproco.
Natalia: En mi caso principalmente el tiempo. El factor tiempo es crucial. Los clientes suelen querer todo para YA. Los menos experimentados, desconocen los tiempos de un proceso de diseño, por lo que suelen pedir las cosas a destiempo y entonces diseñamos a las corridas. Los que supuestamente sí son conscientes de los procesos, en general no están dispuestos a valorar ese tiempo, porque destinan presupuestos bajos. En definitiva, en la vida profesional uno también hace un poco de docencia, educando al cliente…

¿Cómo nace, se desarrolla y se materializa el libro «Conversaciones…»?
Ezequiel: La premisa básica del libro surgió hace 4 años aproximadamente. Pablo tenía una serie de ideas para libros y los tres estábamos en un momento donde teníamos tiempo para encarar algo así de ambicioso. Pero me gusta pensar que en realidad todo comenzó allá por 1997 en un taller de la FADU, cuando los tres casualmente coincidimos en la cursada de Tipografía II. A fin de ese año, a los tres nos convocaron para ser ayudantes de cátedra y desde ese momento nos unió la relación con la universidad y la educación, en principio, y luego una gran amistad. No es casual que, 20 años después, nuestro primer proyecto profesional juntos gire en torno a esos dos temas.
Natalia: El libro se desarrolla de una manera un tanto intermitente al comienzo y más vertiginosa al final. Una vez que definimos el rumbo, comenzamos con las entrevistas. Eso fue lo que más tiempo nos llevó, no solamente por el proceso que implicó desgrabarlas, editarlas, re-editarlas, corregirlas, aprobarlas sino porque estábamos tan embalados que queríamos seguir entrevistando personajes. Pero nos auto impusimos un límite porque sino no publicábamos más. Ese límite fue la Feria del Libro, entonces durante el verano 2017 nos abocamos a diseñar y materializar el libro. Ya veníamos conversando con algunas editoriales, pero los acuerdos eran más que desfavorables así que descartamos editarlo de ese modo y nos aventuramos a hacerlo por cuenta propia, invirtiendo nosotros el dinero para la impresión con la esperanza de recuperarlo. ¡La autogestión fue una gran apuesta!

 

¿Cuáles son sus referentes en el diseño gráfico argentino?
Ezequiel:
alquien que me voló la cabeza cuando era estudiante y me sigue pasando hoy cada vez que veo un trabajo suyo es Mario Ezkenazi (no se si cuenta porque es argentino pero vive en Barcelona hace 40 años). Sergio Manela es un gran maestro y un gran diseñador que me cambió la manera de pensar. También me interesa mucho el trabajo de Juan Pablo Cambariere, es muy lúcido y directo.
Pablo: Tanto Fontana Diseño como el colectivo Onaire creo que son dos referentes interesantes, más allá de sus muy buenos resultados finales, valoro mucho los procesos que realizan para generar sus trabajos cada uno en su campo.
Natalia: Coincido con Pablo y Ezequiel. No es casual que Fontana, Manela, Cambariere, Mahia estén en las páginas de nuestro libro. De hecho muchos de los que allí figuran son, para mí, referentes. Longinotti me llevó al filo del Diseño y me develó un camino que, siendo yo estudiante, hasta entonces no había transitado: el del punk gráfico. Enrique hablaba de la relación entre diseño y cultura en la clase de Morfo. Con Guillermo Brea aprendí a comprender el negocio del diseño, al sumergirme en el mundo de la estrategia y de la gestión. Destaco el trabajo de Alejandro Ros por su retórica visual y el de Coco Cerella por su sensibilidad y alto impacto.

 

¿Qué consideran que debería hacer una asociación profesional de diseñadores gráficos? ¿Qué les gustaría que hiciera por ustedes?
Ezequiel:
pienso que sería útil que existieran modelos de contratos genéricos para que el vínculo con algunos clientes sea más claro. A veces trabajamos con muchos grises y si el cliente es una empresa o institución grande no tenemos chance ante una zona gris. A menos que haya algo por escrito.
Pablo: Generar acciones de concientización para poner en valor al diseño dentro de la sociedad. Colaborar con la resolución de problemas que se le presentan al diseñador. Colaborar en la continua formación de los diseñadores
Natalia: Contribuir a generar conciencia sobre el valor del Diseño en la sociedad. Funcionar como espacio de referencia y encuentro para los diseñadores gráficos de todos los campos, tanto profesionales como estudiantes, ofreciendo y/o difundiendo actividades de socialización, capacitación, actualización y desarrollo profesional. Establecer estándares que regulen la actividad laboral de los diseñadores y brindar herramientas como los modelos de contratos que sugiere Ezequiel o los tarifarios, o investigaciones de mercado. Ah, y velar por la ética profesional.

/ / /

Conversaciones sobre diseño y creatividad
(Los socios de la UDGBA tienen un descuento especial sobre el precio del libro)

mail
facebook
web