Soy… (el entrevistado se presenta como quiere)
Somos Anabella Salem y Gabriel Mateu, nuestro estudio se llama El Fantasma de Heredia, y hace 25 años que trabajamos exclusivamente en cuestiones sociales y culturales, a través del diseño.
Desde 1992, el estudio se dedica a proyectos sobre educación, desarrollo, comunicación, ecología, justicia, niñez, género, pobreza, salud, medio ambiente, asociativismo, artes.
Nos encontramos en la FADU, aunque El Fantasma empieza en realidad siendo un grupo de estudio donde debatíamos sobre el diseño social. Reflexionábamos contenidos, formas, alcances, hablábamos del diseñador/a como comunicador visual, tratábamos de entender cómo llevar adelante un diseño distinto al que se veía por entonces, en plena época de desarrollo mercantilista en Argentina. Teníamos referentes en Europa del Este y en Francia, donde la formación del diseño se imparte desde las academias de arte, donde qué diseñar es importante y donde la mirada propia es una herramienta valiosa.
María Ledesma hace algunos años nos hizo una pregunta que develó esta respuesta: «un verdadero quiebre tendrá lugar cuando en vez de hablar de diseño gráfico hablemos del diseñador gráfico. Cuando se instale como tema también el ser que diseña, su cultura, su educación, su ética, su ideología, su lugar, su relación con el entorno. A la par de diseñadores, somos personas responsables del mundo que habitamos.» Siempre le estaremos agradecidos a los profesores que nos ayudaron a pensar.
Luego de un año y medio de reuniones, decidimos empezar a trabajar, y ese envión nos trajo hasta acá. Desde el quehacer cotidiano hasta los aprendizajes y los colegas, se fue dando en nuestro recorrido una mezcla de lo local con lo internacional. Muy rápido, y desde entonces hasta ahora, nos fuimos juntando con gente por temas comunes de interés, y en lo social sobre todo, los temas son universales, no iguales pero universales: la violencia contra las mujeres es una problemática internacional aunque latinoamérica es un enclave de tremendo machismo, el fascismo es mundial, las infancias dañadas por la pobreza existen acá y también en Siria, el capitalismo salvaje se lleva puesto el mundo, la falta de respeto por nuestra tierra, los modelos culturales hegemónicos, etc. Entonces, mientras trabajábamos para la radio comunitaria FM La Tribu, discutíamos con Pierre Bernard sobre un afiche en el que no estábamos de acuerdo; mientras hacíamos publicaciones para ongs nacionales, nuestros amigos mexicanos -con un Alejandro Magallanes muy jovencito- nos pedían gráfica para acompañar alguna revuelta; mientras hacíamos la revista Hecho en Buenos Aires –la revista que venden personas en situación de calle para reinsertarse–, Gerard Paris Clavel publicaba una pieza fantasma en un libro de L’Humanité o nos invitaba a pasar 4 meses en Alemania para hacer con otros diseñadores un proyecto colectivo; mientras trabajábamos para el Taller Ecologista de Rosario, Alex Jordan nos convocaba a diseñar un afiche para una expo por los 100 años de Bertolt Brecht en Berlín; cuando ganamos el concurso por la identidad del Museo del Holocausto en Buenos Aires, el premio fue un viaje a Varsovia a visitar los campos de concentración, pero también ahí estaban los maravillosos afichistas polacos. Esos vínculos tan variados nos definen.
Los trabajos que hacemos y la gente con la que nos cruzamos somos. Somos también, claro, los libros que leímos, las canciones que escuchamos, las películas que vimos, el amor y las muertes que nos atravesaron.
¿Cuál fue su primer acercamiento al diseño gráfico?
Gabriel: en el año 1983 comencé a estudiar diseño gráfico de forma autodidacta y después de haber leído varios clásicos de la escuela suiza, un brillante día me compré un libro que se llama Top Graphic Design. Su autor FHK Henrion, un distinguido diseñador alemán, presentaba a los mejores diseñadores de aquel momento entre los que se encontraban Roman Cieslewicz, Gert Dumbar, Shigeo Fukuda, Grapus, Bruno Monguzzi, Gunter Rambow, Henryk Tomaszewski. Sin duda tener este libro entre mis manos me hizo pensar que realmente lo que quería hacer era eso que estaba ahí, en esas páginas. Al año siguiente, 1984, decidí dejar mis estudios de arquitectura que ya estaban en el 4° año y estudiar diseño gráfico. Conocí a Alfredo Saavedra en la vieja Escuela Panamericana de Arte, otro significativo hito en mis primeros contactos con el diseño.
Anabella: No sé.. un día fui a la Escuela de Bellas Artes, pero estaba llena de jipis y yo era punk, así que me inscribí en diseño gráfico, ¡evidentemente sin la menor idea de nada!
¿Cómo llegaron al lugar donde están actualmente?
Llegamos -a donde sea que estemos- con mucho esfuerzo y placer. Con convicción y bancando los momentos difíciles. Con mucho riesgo e independencia. Y llegamos también gracias a la confianza que otros tuvieron en nosotros: los que nos permitieron trabajar con libertad, y los colegas que nos dieron su apoyo y nos convidaron generosamente su mirada profunda.
¿Cómo es su día de trabajo habitual?
Lindo, trabajamos en nuestra casa-estudio, entonces no se viaja y no se pierde tiempo en eso, se puede cocinar rico y estar más tiempo con los chicos. Arranca con reunión matinal con mate y revisión de todas las tareas del día, después de eso cada uno va a su espacio y trabajamos hasta estar en condiciones de juntarnos de nuevo para compartir ideas y así avanzar hasta resolver, puede llevar un día o una semana, meses. Trabajamos una cantidad de horas que excede lo deseable, siempre nos pasamos de la raya, pero nos encanta lo que hacemos… Trabajar en equipo es más lento pero nos resulta todo ganancia.
¿Qué limitaciones encuentran a la hora de diseñar?
El tiempo. Nos gustaría que ese límite no existiera, que un trabajo terminara cuando está terminado, no cuando tiene que estar terminado. Muchas veces sentimos que nos faltó tiempo para que la pieza estuviera mejor.
Autopregunta (el entrevistado se hace una pregunta y la responde).
¿Qué banda les gusta más, Los Beatles o los Rolling Stones?
Grapus
¿Cuáles son sus referentes en el diseño gráfico argentino?
De todo el acervo gráfico argentino nos hemos nutrido y todo lo bueno, e incluso lo que no nos representa, ha sido importante en nuestra formación. Estudiamos acá, trabajamos acá. Nadie sale de la nada… Y por supuesto también hemos estado influenciados por artistas de otras disciplinas. Ahora bien, nuestros referentes específicamente en el área social-cultural del diseño, están dispersos por el mundo, algunos ya no viven. Nos gusta mucho lo que hace Onaire, la actividad de Sergio Manela como profesional y especialmente como docente, la cátedra de Marcelo Gabriele en FADU, el trabajo de Fabián Trigo, Leandro Ibarra, Alejandro Ros, Sebastián García con sus Libros del Zorro Rojo.
¿Qué consideran que debería hacer una asociación profesional de diseñadores gráficos? ¿Qué les gustaría que hiciera por ustedes?
Apoyar fundamentalmente a los diseñadores más jóvenes, organizar cursos, talleres, conferencias para profundizar el conocimiento del diseño. Paralelamente conseguir financiamiento para organizar buenos concursos.
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El Fantasma de Heredia